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lunes, 6 de diciembre de 2010

¿Por qué no debió involucrarse al ejército mexicano en la lucha antidrogas?

Las recientes filtraciones de Wikileads sobre las divisiones entre el ejército y la marina agregan un elemento más a la inconveniencia de usar las fuerzas armadas en operaciones policíacas y de combate al crimen organizado. No es que no se deba combatir a los capos de la droga, la estrategia del presidente parece ser una estrategia fallida porque no contempló con eficacia debilitar la capacidad financiera del narcotráfico, a la vez de extirpar su capacidad operativa.
El costo de hacerlo comprometería la situación de corrupción en medios oficiales, en la clase política y en la clase empresarial. Un costo altísimo que un gobierno como el de Calderón no ha pensado realizar. Para Calderón era más sencillo invocar la solución militar, ante la evidente falta de legitimidad al iniciar su gobierno. Era una distracción frente al problema político y favorecido ante el avance de las mafias, toleradas por el gobierno de Fox y cuyo crecimiento comenzaba a dar muestras evidentes de descomposición. Sin embargo, esta distracción traería un costo que no era evidente. Las fuerzas armadas son instituciones contundentes que no están hechas para labores policiacas y que infringen tal contundencia que la población civil sufre las consecuencias de un campo de guerra. El peligro no es tan sólo la violación de los derechos humanos, también lo es la posibilidad de penetración del crimen en el ejército mismo.. Las fuerzas armadas son un último recurso, no el primero.
Calderón trajo la desgracia a su partido que con toda probabilidad perderá las elecciones presidenciales de 2012. La población mexicana esta asqueada del PAN, prefiere el regreso del partido oficial como lo muestran las tendencias electorales desde 2008. Las decisiones de Calderón han traído no sólo una burocracia costosa con sueldos 75 veces más altos que los empleados de base, sino un cobro in equitativo e injusto de impuestos que recae en contribuyentes cautivos que pagan las deudas de una clase poderosa que no se hace responsable de sus quiebras. Además de expulsar a más de 15 millones de personas en los últimos 30 años, han muerto más de 30 mil personas por la táctica del gobierno de Calderón militarizada contra el narcotráfico.
Todos estos vectores confluyen en el desprestigio del gobierno panista. Aún la última joya de la corona, que presume el gobierno calderonista sobre la libertad de prensa y expresión comienza a ceder al atacar con el monopolio televisivo a su favor, a la revista independiente Proceso, contra la que ha utilizado de forma política a los testigos protegidos de su gobierno contra los narcos.
Calderón crea un enorme aparato policiaco militar y se ha gastado todo el dinero que ha podido, el cuál como revelan algunos medios ya no le alcanzan. Toda esta situación hacen  que el gobierno estadounidense considere al gobierno panista y al país como un peligro para los Estados Unidos.
Las elecciones de 2008 a 2010 han mostrado el enorme costo político que Calderón le ha provocado a su partido.

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