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domingo, 7 de junio de 2020

El comunismo falso y su activismo pernicioso.

El comunismo falso y su activismo pernicioso. 

No todos los que se reivindican comunistas pertenecen al movimiento histórico de la clase obrera y aunque hablen en su nombre pertenecen más bien a movimientos que por su corte activista, doctrinario pertenecen al revisionismo burgués, un falso marxismo que se funda en quiénes contribuyeron en el pasado a la derrota de la revolución y hoy constituyen abiertamente la contrarrevolución al lado del democratismo y las expresiones totalitarias del capital.

La emergencia de la crisis capitalismo mundial, regresa a la discusión la vigencia del marxismo como discurso crítico revolucionario y como programa histórico de la clase obrera. En esta urgencia, las viejas concepciones doctrinarias buscan subirse de nuevo a la proyección de movimientos de resistencia proletaria que surgen por doquier, con la finalidad de encabezar y descarrilarlas desde dentro.

El viejo y deteriorado discurso estalinista, ya caduco para la propia Rusia de los años 20 y exhibido en su esencia posteriormente en los 50 y 60 como el instaurador de un Estado nacional capitalista, disfrazado del "Socialismo en un solo país" bajo el nombre del "marxismo-leninismo", terminó en la bancarrota después de 1989 cuando la quimera del "socialismo soviético" se derrumbó mostrando que la supuesta expropiación de los medios de producción para pasarlos al lado del Estado no era más que otra forma en que el capitalismo se expresa en países que llegaban tarde al proceso de industrialización. Sólo bastó que la nomenklatura "soviética" desmantelara el mito del socialismo, reconvirtiendo la propiedad estatal en privada, para embarrarles en la cara a los miembros de los partidos comunistas que giraban en su órbita que el mito por el que habían creído se había acabado.

Los más vivales, los que mejor entendieron los cambios apresuraron el paso para crear partidos electorales nacionales que pronto acabaron con el nombre de comunismo en sus siglas, para normalizarse como partidos democráticos, izquierdas unidas o partidos de los "trabajadores" más parecidos al nuevo laborismo que a la socialdemocracia del siglo XIX. Lo que al final se evidenció es su naturaleza trepadora y su intención real de usar el "comunismo" para acceder a la clase política de los regímenes y los sistemas.

En realidad, algunos de los que hoy pretenden dizque recuperar al partido comunista provienen de las peores tradiciones del mismo. Como si sólo se tratara de repetir las viejas caricaturas hoy vuelven a las nociones hilferdianas de la fase imperialista, a los balbuceos de El Estado y la Revolución para hacerse pasar como comunistas de viejo cuño revolviendo las palabras pueblo, democracia, nacionalismo, patria como conceptos propios del marxismo de Marx. Reviven como si estuviesemos en los años 20 las fórmulas de los Frentes populares, del Frente Único, al Frente Antifascista e incluso hoy lo nombran Frente Antimperialista. No son sino las viejas y trasnochadas nociones de la liberación nacional y del frentismo como remedos que se quieren revivir llamando a todo neo. 

En el fondo, se trata del viejo activismo pequeño-burgués que ahora se inviste de lumpen, permitiendo la alianzas tan confusas que van del anarquismo (Desechado desde la AIT, al feminismo culturalista proburgués violento y con todas sus confusiones.). En el frente todo se vale, atraerse todo lo que se pueda porque lo que hay de fondo es la visión interclasista de ese dizque marxismo que de forma democratoide incluye a todos y a todo.

Nada de ello es nuevo, procede de las rancias y viejas consignas contrarrevolucionarias en el seno del movimiento. Los revolucionarios ya lo denunciaban:


La desviación revisionista, por ejemplo la evolucionista, reformista y legalitaria de Bernstein, en el fondo era activista y no ultra determinista. No se trataba de sustituir al vasto fin revolucionario por lo poco que la situación permitía obtener a los obreros, sino de cerrar los ojos frente a la ardiente visión del arco histórico y decir: el resultado del momento es todo, propongámonos - no universalmente, sino local y transitoriamente - fines inmediatos reducidos, y será posible plasmar tales resultados con la voluntad. Los sindicalistas partidarios de la violencia a la Sorel dijeron los mismo, y tuvieron el mismo fin. Los primeros apuntaban más a arrancar parlamentariamente medidas legislativas; los segundos a obtener victorias a nivel de empresa y de categoría. Ambos volvían la espalda a las tareas históricas. (Bordiga A. El falso recurso del activismo.)
 Existe en la actualidad un real reparto de papeles, entre los que tiran bombas en la calle e incendian estaciones de autobuses y quienes desde el régimen hacen parlamentarismo apoyados en "las demandas de la calle". Sospechosa inacción que protege a los incendiarios mientras se cacarea que los gobiernos democráticos "no reprimen", pues mientras el vandalismo se conserve "bajo control" son un buen distractor y una excelente cortina de humo para tratar de enganchar a los trabajadores que comienzan a protestar por las duras condiciones del gobierno llamado democrático. Y mientras el movimiento defensivo real de los trabajadores de la frontera es ignorado, pues se les obliga a trabajar en las condiciones de una pandemia que los asesina. Todo tipo de luchas "activistas" desvía la atención y focaliza los medios controlados por la burguesía. Feministas, ecologistas, supuestos movimiento estudiantiles reciben los proyectores. La muerte cotidiana de los trabajadores es ocultada y se ejerce el peor recorte de austeridad que al que no se habían atrevido los gobiernos capitalistas que denominan "neoliberales", pero que ahora bajo la cobertura de la "llegada del pueblo al poder" se realiza el ataque más antiobrero de los últimos años.

El activismo vanguardista en el espectáculo actual.


Grupúsculos de activistas buscan no sólo encauzar el descontento, ya sea a la vía "radical" o al vía institucional. Curiosamente sus militantes intentan despejar el camino acusando a los revolucionarios, infiltrando y socavando las organizaciones con las mismas tácticas. 

Los grupos feministas no han reparado en golpear a los activistas y a los intelectuales revolucionarios que suenan a marxistas diciendo que se trata de machos de izquierda o se les lanza toda clase de calumnias para socavar su credibilidad. Algo similar a lo que organizaciones de extrema derecha como el yunque hacían cuando acusaban a sus disidentes u opositores de homosexuales.. Hoy la táctica es acusarlos de acoso sexual, de supuesta violencia sexual para destruir al interior las organizaciones. Prácticamente ninguna organización estalinista, trotskista o de marxismo académico se ha librado de esta estrategia. Al mismo tiempo que estos grupúsculos se apoderan de las asambleas, las sustituyen, comienzan a hablar en su nombre y expulsan de ellas a todo elemento que no cubra el programa, especialmente si es el intelectual atacado es marxista.

La finalidad aparece de forma clara. Se trataría de impedir que quienes conocen el marxismo estén imposibilitados de tener peso moral o influencia en los movimientos sociales. Para ello se recurren a estrategias de extrema derecha como usar la desacreditación moral, personal en lugar de dar un debate abierto.Palos de ciego porque la clase obrera en caso de responder encontrará sus propios mecanismos de dirección. La burguesía sabe que si esto sucede debe evitar a toda costa que los intelectuales afines a la clase apoyen la construcción del partido.

Para ello, hoy se construyen falso partidos, movimientos radicales que están muy penetrados por intereses propios del capital y que en algunos casos reciben hasta su protección, cuando no hasta financiamiento. Una inmensa cantidad de recursos se usan para acallar voces críticas independientes al régimen y al Estado, mientras que apoyan desde las altas esferas grupúsculos,  los toleran, son omisos frente a sus actos y al mismo tiempo los impulsan para servir de perros cancerberos del orden actual, presentándose como los legítimos revolucionarios.

Algunos grupos provocadores ejercen la función de halcones y sicarios del capital. Una especie de porrismo que regresa a las fábricas y a las escuelas, sólo que ahora investidos de supuestos anarquistas o radicales. Una especie de demócratas a pedradas. Y aunque quemen mobiliario urbano, librerías y escuelas; en el fondo sus exigencias se desnudan en sí mismas al exigirle al Estado más leyes y concesiones. La revolución no es la acción directa y mucho menos la exigencia de la seguridad a cargo del Estado.

La fragmentación de las luchas y el gremialismo en los sindicatos.

Una de las acciones combinadas del capital es anunciar la libertad sindical y a la par promover su fragmentación. Contra los sindicatos nacionales, con directivas auto elegidas se promueven sindicatos gremiales que fragmentan y facilitan el trabajo del capital en las negociaciones. Una facción de MORENA encabezada por la familia Alcalde Luján han hecho el trabajo de dividir, fragmentar cualquier organización sindical bajo el pretexto de la libertad liberal de afiliación.

Se trata de una acción combinada a la que concurren lo mismo militantes de MORENA que miembros de esos partidos que se dicen comunistas y que en la realidad colaboran con la fragmentación bajo el mito del Frente Único Sindical en la diversidad (leáse dispersión) de múltiples organizaciones. Feministas embozadas, organizaciones de provocadores, falsos partidos trotskistas y comunistas puestos al servicio del divisionismo que requiere el capital y su actual régimen de explotación. ad hoc a la bandera del nacionalismo antimperialista y haciendo el juego al cardenismo del frente único popular. No es más que la antigua receta que ya todos conocemos.

Tender un cerco sanitario de protección al medio revolucionario

Debemos tender un cerco sanitario contra la ideología del capital expresada en los nacionalismos, el revisionismo neoestalinista y neotrostskista que bajo la estafeta demócrata, progresista buscan fragmentar, aislar y disolver las luchas descarrilándolas o bien desprestigiandolas. 

El capitalismo no tiene crisis permanente o única, sino ciclos económicos de auge y caída. El movimiento proletario por ende no tiene siempre las condiciones de consciencia revolucionaria y menos despues de 100 años de contrarrevolución.La actual pandemoa de COVID19 no es la causa de la crisis, como tampoco el problema es la "quiebra del neoliberalismo". La implantación de una supuesta política estatista tiene el mismo contenido que la supuesta política neoliberal. Ahondar las condiciones de explotación del trabajo asalariado por el capital, imponer una austeridad para reanudar las condiciones que favorescan la acumulación de capital. No hay diferencia, estatistas o librecambistas, ambos son capitalistas. Su ideología deambula del nacionalismo al liberalismo, aunque se presenten como opciones "radicales".

Los revolucionarios requieren aislar las ideologías mediante la recuperación del programa revolucionario, invariante del proletariado. Tender un cerco para permitir la discusión entre revolucionarios aislando la provocación y la infiltración de este feminismo provocador, de las ideologías del capital vestidas de nacionalismo y radicalismo. Construir espacios de debate entre posiciones que hacen avanzar este proceso de recuperación del programa, al margen de grupos o personajes que buscan sabotear los temas que realmente son importantes y trascendentes. La discusión está abierta por el momento sólo a los revolucionarios que provienen de las tradiciones y corrientes del programa histórico del proletariado.

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