La era de la estupidez en la edad de la información
Esta generación promete es maravillosa, pero tiene contrastes, de lo bueno lo mejor y de lo miserable lo peor. Es como mucha, pero acá se juntan extremos. En la década reciente no habíamos visto la visión desorientada, no ética arrogante y estúpida de muchos jóvenes que creen que porque tienen voz, expresan la neta del planeta. Pero sus palabras no sólo se expresan en palabras, se traducen en actos, en destrucción y disolución comunitaria. Un diálogo intolerante y disolvente que es cobijado por el anonimato cobarde y su continua agresión cuando tienen oportunidad.
Un comentario de un chavo cagón de apellido Rodríguez habla de la necesidad de "respetar datos reales" de una encuesta mal diseñada y peor distribuida en la población que quiere medir. No es que no se tenga derecho a querer encuestar la opinión de la población, el problema es que algunos alumnos en ciencias sociales no saben ni para qué sirven las encuestas, como se controlan, como se distribuyen y el pilotaje que debe hacerse antes de aplicarlas. Que aplicarlas casi al azar, lo que puede medir es una opinión sesgada donde curiosamente feministas aplicando encuesta de feministas obtienen aproximadamente el 75% de respuestas de mujeres en una población en donde al menos 48 % de la misma son hombres. ¿Raro? Qué sus datos a pesar de estar mal distribuidos reflejan todo lo contrario a lo que están sugiriendo. Ellas dicen que hay que suspender los cursos porque una "gran cantidad" de estudiantes no pueden tomar las clases. Cuando sus propias cifras en menos de la mitad de esa población al menos reflejan que el 80% de la población escolar cuenta con medios para poder llevar a cabo las vídeo conferencias. Estadísticas extrañas en las que separan hombres, mujeres y "otros" los cuáles deberán ser marcianos.
Es curioso pero quién les ayudó a diseñar dicho ejercicio de consultar al azar a la población es la misma que es vista frente al monitor de su excel sacado su calculadora para ver si las cuentas del programa están bien hechas. La Iglesia en manos de lutero. Es la misma que habla de proyectos de investigación cuando ella no está adscrito a ninguno, o cuando alguno de sus correligionarios confesó que no había tomado jamás el classroom de google para realizar sus clases. Pero estos son los que quieren normar las evaluaciones para todos los tiempos y todas las condiciones, adscribiendo a lo que ellos dicen las normas. Diletantes manejando aceleradores de partículas.
Cuando la semántica de las palabras pierde sentido
Hoy se quiere insultar con cualquier palabra. Porro es la palabra que pone un cobardón que se pone Trasient, cuando el tipo en su vida a visto uno. Lo que se le puede desear es que se le aparezca uno para que vea el riesgo de la perra que nunca ladraba.
Es tan iluso, diría tan imbécil que cree que un ejercicio de consulta que cualquiera con un conocimiento mínimo puede aplicar y bien, no de manera mal distribuida es "hacerle la chamba" a las autoridades. Los aprendices de brujos queriendo mover las escobas. Y no permitiendo que los profesionales hagan su trabajo.
¿Qué será de toda esta escoria humana que sólo tiene ínfulas y no conocimientos? Es probable que quieran invadir el área de otros campos diferentes al suyo porque para ellos no habrá chamba dada no sóla su incapacidad, sino el reducido campo de trabajo que contienen sus profesiones. Hoy estos que piden que les regalen el 8 bajo el argumento Ad Misericordiam de que pobrecitos, como sufren, serán los mismos que llevarán al desprestigio una institución que ha ganado bien ese prestigio gracias a los que trabajamos ahora. Ellos que no aprobaron las materias porque estaban legitimados en el paro, en la lucha, en la destrucción de escuelas, serán los que en un futuro no lejano integrarán el ejército industrial de reserva, parasitando las escasas pensiones de sus padres que si trabajaron toda su vida, mientras que su vida como baquetones sólo tendrá lo que hoy tienen NADA. Hasta que la vida de sus progenitores alcance, porque después se acabará la beca en un Estado que se aproxima a la bancarrota y como Pearl Buck nos previene en su novela, cuando se acabe el arroz, asaltarán la casa del señor, o bien servirán para doblegar a las guardias rojas que pretenden su liberación.
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