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sábado, 12 de septiembre de 2009

¿No es algo que desestimula que si 50 mil presentan sólo se quede el 10 %?

Si uno de cada 10 profesores que presentará el examen para ingresar a plaza federal se queda, ¿existe competencia? Desde luego, es inegable, los que no aprobaron el examen no entraron y los que aprobaron, después de los que cubrieron las plazas, tampoco. Esta es otra lectura correcta que le podemos dar a las cifras publicadas por educación.

¿Quién habla por los 5 mil que habiendo aprobado el examen se quedaron fuera? Resaltar las debilidades y omitir hechos como estos también es sesgar la información, conferirle un sentido que desde mi punto de vista no es justo. Debemos leer también en el sentido de que hay insuficientes plazas y existen profesores capacitados para ocuparlas.

Nos decía Nómada en algún lugar que se debe seguir capacitando a los profesores. Lo que ignora es que los profesores se capacitan constantemente. Yo pasé por el sistema SEP allá por 1993, trabajaba para un Colegio al sur de la Ciudad de México y cubrí a una profesora que renunció por cerca de 8 meses. El Colegio era un alimentador de alumnos del Tecnológico de Monterrey y de la Universidad Lasalle. Cubrí la plaza y por lo tanto fui un profesor de enseñanza media básica. (Secundaria)

Los profesores están obligados a cubrir los cursos que impone la SEP, cada año se debe realizar en épocas de vacaciones al menos un curso, por lo que me envió el colegio. Para un estudiante de maestría en ese momento, un curso como el que imparten a profesores de secundaria me podría haber resultado por lo menos aburrido. Pero aprendí cosas básicas como las características que debe contener una evaluación. Ningún conocimiento se mide correctamente en un sólo aspecto, la evaluación en la pedagogía moderna debe evaluar un conjunto de diversos de aspectos y no sólo en un examen.

El examen es en general un intrumento escrito que evalúa si los objetivos marcados en el proceso de enseñanza-aprendizaje se cumplen. Así que mide no sólo los conocimientos, sino las habilidades, las capacidades y hasta competencias. Un examen como el que se aplicó a los profesores es un instrumento, deberíamos saber que mide.

Se le da una carga moral excesiva a los exámenes. No aprobar un cuestionario es sencillamente no cubrir el 60 % + 1 de los items del instrumento en nuestro medio. Los exámenes sin embargo pueden ser escalados o tener niveles. Un alumno de secundaria que aprueba el 40 % de un examen de preparatoria, no es un mal alumno, por el contrario tiene bases buenas para llegar al 100 %.

Por otra parte, siempre debemos conocer que es lo que esta midiendo el examen. Para los profesores puede ser un diagnóstico de por dónde iniciar el trabajo. Son como los exámenes de colocación en la enseñanza del idioma inglés. La evaluación permite distribuir en primero, segundo o tercer nivel a los distintos estudiantes. Tener un conocimiento basico del inglés o empezar desde cero no es una práctica clasista, es una distribución adecuada para iniciar una estrategia de aprendizaje.

Un examen de ingreso a plazas es siempre un examen de discriminación, no se busca con el instrumento atacar los problemas, sino simplemente seleccionar sobre la base de conocimientos para los que tienen más items acertivos. ¿Son reprobados de por vida los que no entran a la UNAM? No simplemente quedaron en menos items sobre aquellos que cubrieron las vacantes. Pero en un instrumento de 120 preguntas, ¿será peor una persona que acertó a 71 preguntas que el que acertó a 73? En nuestra convención educativa el primero obtendría 5.9 de calificación, mientras el segundo 6.1 ¿Por qué 2 items marcan gran dferencia? La moralización de la calificación es un asunto que debemos comenzar a cuestionar, comenzando por el escándalo que realizan muchos periodistas. El primero cae en el rubro de los reprobados, mientras que el segundo es calificado como aprobado. Cuando lo que sucede sencillamente es que hay cifras de corte, pues se decide que 60 % es el a partir de la aprobación y el 59.99999% es la reprobación.

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