La corrupción.
El sistema político mexicano es un sistema basado en clientelas políticas, una pirámide en cuya cúspide se encuentra una clase política y empresarial, beneficiaria de los abusos y las corruptelas de todo el sistema. Este sistema es un holograma que se reproduce hasta las partes más baja de la sociedad. Un corrosivo que pierde a los mexicanos y los desorienta en torno a un beneficio común de la comunidad.
La corrupción tiene tres fenómenos: el cohecho, el peculado y el nepotismo. Reparte migajas para garantizarse adhesión y luego se cobra facturas que salen mucho más caras que las migajas que fueron repartidas. En la corrupción la logica no es la ley, las normas, la convivencia o el bien común, sino la adaptación, el reparto y la destrucción del tejido social. La tenemos a todos los niveles, pero en los niveles más altos es muy escandalosa. No tenemos gobernantes, en muchos casos tenemos verdaderos hampones.
Lo que es en grande es en chiquito.
La sociedad mexicana lucha en favor de una democracia real y participativa, se enfrenta en esa lucha a la corrupción y a las estructuras de la antigua política. No obstante, no todos son iguales y en este mundo mexicano el criterio es fundamental para ubicar lo auténtico y lo tramposo.
En la Ciudad de México existe un gobierno de izquierda y los principios promovidos por este gobierno llegan a las esferas más bajas de la Ciudad. No quiere decir que no haya corrupción en el gobierno, focos rojos del mismo están en el transporte, en algunos ramos de la seguridad pública. Pero ello tampoco quiere decir que no haya habido resultados no clientelares en otros niveles. Dos aciertos fueron la asistencia social y la salud pública.
La asistencia social puede tener en algunos casos intención de clientelismo, pero en el balance general no es así. Las becas de Prepa Sí fluyen a todos los adolescentes que la piden y no se les condiciona para nada el otorgamiento a ningún apoyo electoral. Los jóvenes de mi barrio desarrollan servicio social que no tiene que ver con nada electoral. Hemos escuchado que en algún lugar los canalizaron a actividades electorales, pero eso es muy localizado y minoritario, prácticamente un leve rumor.
Los problemas de la ciudadanización tienen que ver con la resistencia a la corrupción arraigada en el barrio y en la comunidad. Antes de la llegada del PRD, en el barrio había sido impuesto un priísta como jefe de manzana, allegado al PRI local y al delegado político. Llegaban tambos de pintura al domicilo que bajaban desde camiones de la delegación y el tipo se los vendía a menor precio que el del mercado a una conocida compañía de transportes de pasajeros foráneos, para que pintaran de amarillo las zonas de precaución y los dinteles de las banquetas. Las bardas de la empresa siempre lucían pintaditas y esos trabajos iniciaban cuando le llegaban al "jefe de manzana" local, priísta la pintura.
Esa familia gritaba a todos los cielos que no había más opción que el PRI, ejecutaba las operaciones tamal en el barrio, reunía a gente a la que muy probablemente les compraban el voto y se enfilaban a las casilla electorales con camisetas del PRI. Pero en 1997 la suerte les cambió, el PRD llegó al gobierno de la Ciudad de México y pronto sus artimañas y su poder se vinieron al suelo.
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Logo del PRUH |
Quisieron adaptarse a los programas sociales ciudadanizados del gobierno del DF y en particular la de rehabilitación de unidades habitacionales. Pero se estrellaron ahora con el hecho de que la gente del barrio tenía buena memoria. Nadie sin embargo quería enfrentarlos. Algunas personas del barrio vinieron a verme y me pidieron que entrara a los comités de obras de rehabilitación, del Programa para el Rescate de Unidades Habitacionales de Interés Social PRUH. Les dije que sí. De esta forma contendimos en la planilla y les ganamos a los priístas que quedaron dispersos en el comité de vigilancia y supervisión, junto a vecinos honestos.
Al lado de una jovencita que había participado en la huelga del CGH y de una chica desempleada que vivía en el departamento prestado de su hermana. En el Comité de Supervisión se dividían en dos bloques, priístas y no priístas, en el recuento, los independientes les ganamos pues éramos mayoría.
En las primeras reuniones se dieron los primeros connatos de conflicto. El priísta, ex jefe de manzana, quería llevar la voz cantante en el comité. Preguntó retando ¿Por qué te opones, qué te quieres llevar (dinero)? Le respondí de manera sencilla y clara. "Me voy a llevar el bien común, porque si las obras salen bien, la gente saldrá beneficiada y entre esa gente esta mi familia, lo que sí, me beneficia porque el beneficio común es un beneficio para todos. Uno no se mete al servicio de la comunidad para sacar dinero."
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Adolfo Sánchez Vázque en la Guerra civil, leímos su ética |
La respuesta lo dejó frío. Y consolidó mis simpatías entre los miembros del comité que me habían ido a pedir que me uniera a ellos. En corto, después de la reunión, me preguntaron, festejando que como era eso del "bien común", es un valor ético, un valor que nos conviene a todos. Las señoras, amas de casa, las y los jóvenes me dijeron que eso estaba bien, así que les propuse un círculo de estudio en torno a la ética y los valores. Coseguimos el libro de Sánchez Vázquez y después de las sesiones del comité, cuando los priístas ya se habían ido sesionabamos en círculo de estudios, dónde lo que hacíamos era comentar lo que era la ética.
Estaban encantadas, era como si regresaran a clases, el estudio de la ética, que comentábamos en colectivo, era una guía para ellas mismas y su familias. Adolfo Sánchez Vázquez, mi maestro, nunca sospechó como había utilizado su libro en el barrio.
La corrupción, entre otras cosas, es un antivalor que afecta los intereses de la comunidad pues dispersa y disminuye los recursos para el bien común. Una buena tubería de cobre para la cisterna de la unidad, una bomba de agua nueva, un tablero que programara las bombas, poner extinguidores, reparar los tubos de drenaje que bajaban por fuera de los edificios, pintar la reja frontal de la unidad. Todos eso fue posible con los recursos que nos dio la procuraduría social. Nunca en la era priísta había sido posible que todo esto se hiciera, pues la pintura que le llegaba a este jefe de manzana, se la vendía a quienes son ricos, tienen una empresa y desvían los recursos del erario en favor de sus negocios.
Como es evidente, la opción del priístas, todos sus recursos para hacer naufragar el proceso de aplicación de obras con el que el Estado nos apoyó para dignificar y mejorar nuestras viviendas, derivaron en un bienestar común. Nunca nos condicionaron el apoyo al voto como sucede en otros programas del gobierno federal o compraron los votos en la operación tamal o carrusel como lo hacía el priísta. Esto es lo que es auténticamente un proceso de ciudadanización dónde los vecinos se organizaron y aplicaron los recursos, del Estado, porque para eso esta el Estado, para hacer obras en beneficio común.
Hoy siguen organizando los comités de vecinos sin mi, lo curioso es que son en su mayoría mujeres, no puedo apoyarles como quisiera porque tengo mucho trabajo, pero me saludan, se paran para platicar lo que sucede, hacen bien las obras, aplican bien los recursos. El priísta ya no vive en el barrio, es ahora miembro de la Policía Fedeal, dónde al parecer le dieron una plaza en la que gana los salarios onerosos que les dan. Se compró una casa y se cambió de vecindario. Esto es lo que significó para él el cambio del panismo, ascenso social, premio por ser como era. Por eso, sabemos en mi barrio que significa el PRI y que significa el PAN, lo cuál no quiere decir que seamos incondicionales al PRD.
Por eso es mi convicción que el PAN tiene una quiebra moral muy fuerte y un agravio hacia las comunidades de base. Ya no podemos distinguir la diferencia entre unos y otros. Pienso que si experimentáramos estos procesos en todo el país, los ciudadanos podríamos subordinar democráticamente a nuestros gobernantes.