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lunes, 9 de noviembre de 2009

¿Qué se cayó en Berlin en 1989?

Manifestantes en el lado occidental derriban segmentos del Muro

Hoy se conmemora la caída del Muro de Berlín y con ello la reunificación de Alemania. La ideología del capitalismo de inmediato usó toda su fuerza ideológica para sentenciar no sólo la caída del muro y el fin de la RDA, también el fin del comunismo.

En 1989 yo escribía colaboraciones para La Extra, dos semanas antes de la caída del muro anticipaba ¿Se reunificará Alemania? ¿Se cantará de nuevo el Deutchland, Deutchand über alles? Se han tejido muchos mitos desde entonces, en una crónica de hechos que siguen siendo claros. Lo que terminó fue el Imperio ruso y con él la guerra fría. El socialismo fue una coartada de un capitalismo estatal que lo utilizó como ideología. A las semanas siguientes la historiografía alemana y el propio EP Thompson declaraban en artículos publicados por La Jornada semanal, que este proceso de normalización venía desde la época de Jruchev y que si se había tardado se debía al endurecimiento en ambos lados tras la crisis de los misiles en Cuba.

El capitalismo anomalo ruso, creado por la revolución antifeudal estalinista, había sido posible gracias a la colectivización del capital por el Estado. Un fenómeno nada extraordinario que se construía sobre el modelo de capitalismo vigente, el modelo fordista y el proteccionismo. Rusia había alcanzado la industrialización del país tras la revolución bolchevique, entre el primero y segundo plan quinquenal.

1989 era el cierre de un ciclo abierto por Adolfo Hitler en la invasión a la URSS. Hitler no calculó que la combinación de los Estados Unidos y el potencial demográfico soviético colapzaría el despliegue de sus tropas en el territorio europeo. Stalingrado fue el punto nodal de la derrota alemana, con el exterminio del 6° Ejército alemán.

Cerca de 15 millones de soldados rusos ocuparon los territorios de Europa oriental, una fuerza tan incontenible como indesalojable por medios convencionales. Los norteamericanos apostaron al poderío atómico y cuando los rusos lo equilibraron el desalojo ruso resultó imposible.

En ese contexto, los acuerdos de ocupación y la realidad de la ocupación se conjugaron para marcar la división de una Alemania rendida incondicionalmente. A regañadientes, cada quién cumplió su parte en los acuerdos de Yalta y Teherán. La URSS no respingó por la masacre de comunistas griegos y los norteamericanos no hicieron más que protestar por las elecciones "democrático-populares" en Polonia y Checoslovaquia.

En estas tensiones un capitalismo estatal débil no podía resistir la fortaleza del marco alemán occidental y los flujos de migración hacia el lado occidental de Berlin. La solución rusa fue la muralla, frente a las jugarretas de los aliados occidentales de quebrarlos.

¿Por qué intuía la reunificación aquél 1989? En realidad estuve atento a las negociaciones y declaraciones del canciller Kölh y a las propias de Mijail Gorvachov. "Una Europa de los Urales hasta el Atlántico" decía Gorvachov, mientras era aclamado en Bonn. La suerte de la RDA y las burocracias orientales estaba echada, la negociación era clara, la reunificación alemana

Helmuth Kölh saluda de beso a Mijail Gorvachov en la visita previa a la caída del muro de Berlin.

Las manifestaciones del este terminaron derribando las burocracias del este, en realidad los tanques soviéticos jamás aparecieron como sucedió con la primavera en Praga. El acuerdo ruso-alemán era muy claro, los rusos no impedirían la normalización en Checoslovaquia, en Hungría, en Alemania, en Polonia y en Rumanía. Las tropas no auxiliaron a los aliados rusos en los gobiernos, la apuesta rusa era la integración en la comunidad Europea.

Algo que era muy claro, fue utilizado con mistificación por los medios occidentales. No era el acuerdo de dos imperios, sino la caída del comunismo. A ello contribuyó los jaloneos en el interior de la nomekaltura rusa. Boris Yeltsin daría un golpe parlamentario a los últimos resquicios del viejo Partido estalinista, que resistía llamarle a las cosas por su nombre. Los rusos querían normalizar frente al mundo lo que siempre fueron, una nación capitalista, ahora se trataba de reprivatizar las empresas y acceder al mercado. En el fondo la nomenklatura se volvió en la nueva clase capitalista al pasar de la posesión estatal que ya usufructuaban a la posesión privada.

Boris Yeltsin decreta la desaparición del PCUS

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