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sábado, 13 de junio de 2009

"El malestar en la cultura", resúmen

(Tomado de la red)
L MALESTAR EN LA CULTURA
Resumen

Aparecido en 1930, en este artículo Sigmund Freud plantea que la insatisfacción del hombre por la cultura se debe a que esta controla sus impulsos eróticos y agresivos, especialmente estos últimos, ya que el hombre tiene una agresividad innata que puede desintegrar la sociedad. La cultura controlará esta agresividad internalizándola bajo la forma de Superyo y dirigiéndola contra el yo, el que entonces puede tornarse masoquista o autodestructivo.

1 Freud había escuchado decir de cierta persona que en todo ser humano existe un sentimiento oceánico de eternidad, infinitud y unión con el universo, y por ese solo hecho es el hombre un ser religioso, más allá de si cree o no en tal o cual credo. Tal sentimiento está en la base de toda religión. Freud no admite ese sentimiento en sí mísmo pero intenta una explicación psicoanalítica -genética- del mismo.
Captamos nuestro yo como algo definido y demarcado, especialmente del exterior, porque su límite interno se continúa con el ello. El lactante no tiene tal demarcación. Empieza a demarcarse del exterior como yo-placiente, diferenciándose del objeto displacentero que quedará 'fuera' de él. Originalmente el yo lo incluía todo, pero cuando se separa o distingue del mundo excterior, el yo termina siendo un residuo atrofiado del sentimiento de ser uno con el universo antes indicado. Es lícito pensar que en la esfera de lo psíquico aquel sentimiento pretérito pueda conservarse en la adultez.
Sin embargo dicho sentimiento oceánico está más vinculado con el narcisismo ilimitado que con el sentimiento religioso. Este último deriva en realidad del desamparo infantil y la nostalgia por el padre que dicho desamparo suscitaba.
2 El peso de la vida nos obliga a tres posibles soluciones: distraernos en alguna actividad, buscar satisfacciones sustitutivas (como el arte), o bien narcotizarnos.
La religión busca responder al sentido de la vida, y por otro lado el hombre busca el placer y la evitación del displacer, cosas irrealizables en su plenitud. Es así que el hombre rebaja sus pretensiones de felicidad, aunque busca otras posibilidades como el hedonismo, el estoicismo, etc. Otra técnica para evitar los sufrimientos es reorientar los fines instintivos de forma tal de poder eludir las frustraciones del mundo exterior. Esto se llama sublimación, es decir poder canalizar lo instintivo hacia satisfacciones artísticas o científicas que alejan al sujeto cada vez más del mundo exterior. En una palabra, son muchos los procedimientos para conquistar la felicidad o alejar el sufrimiento, pero ninguno 100% efectivo.
La religión impone un camino único para ser feliz y evitar el sufrimiento. Para ello reduce el valor de la vida y delira deformando el mundo real intimidando a la inteligencia, infantilizando al sujeto y produciendo delirios colectivos. No obstante, tampoco puede eliminar totalmente el sufrimiento.
3 Tres son las fuentes del sufrimiento humano: el poder de la naturaleza, la caducidad de nuestro cuerpo, y nuestra insuficiencia para regular nuestras relaciones sociales. Las dos primeras son inevitables, pero no entendemos la tercera: no entendemos porqué la sociedad no nos procura satisfacción o bienestar, lo cual genera una hostilidad hacia lo cultural.
Cultura es la suma de producciones que nos diferencian de los animales, y que sirve a dos fines: proteger al hombre de la naturaleza, y regular sus mutuas relaciones sociales. Para esto último el hombre debió pasar del poderío de una sola voluntad tirana al poder de todos, al poder de la comunidad, es decir que todos debieron sacrificar algo de sus instintos: la cultura los restringió.
Freud advierte una analogía entre el proceso cultural y la normal evolución libidinal del individuo: en ambos casos los instintos pueden seguir tres caminos: se subliman (arte, etc), se consuman para procurar placer (por ejemplo el orden y la limpieza derivados del erotismo anal), o se frustran. De este último caso deriva la hostilidad hacia la cultura

1 comentario:

  1. Leo con atención este asunto. Me es difícil leer a Freud en este momento, tengo pendiente mucho trabajo e intento seguir sus reflexiones e inquietudes. Aunque escribo rápido, razono igual y escribo, tengo mucho trabajo que ocupan mucho tiempo de mis largos días.

    Pero he comprometido con usted atención y por ello busco acompañar como segunda cabeza en torno al mundo las reflexiones. Así que hago acopio de mi cultura general, que se ha formado por muchas lecturas, incluyendo algunas de psicología.

    La cultura es un tema muy difícil, sobrevivo en un medio de antropólogos que jamás pueden ni podrán ponerse de acuerdo en una definición de cultura. Y ello es porque la cultura es una producción humana que tiene que ver no sólo con formas, rituales, conocimientos, formas de ver la vida, religión, etc.

    Ubico el problema que Freud nos señala. Pero más que la cultura, percibo formas culturales específicas. Ve también el problema de la líbido y también el inconciente, es decir el alter ego o super yo. Freud ha sido criticado por adscribir el alter ego y la libido a muchos de los problemas de salud mental de su tiempo. Sin duda el descubrimiento del inconsciente fue uno de los descubrimientos más importantes de la modernidad.

    La hostilidad a la cultura, que usted nos expone, es más bien la hostilidad que el reglaje cultural impone a los individuos. Pero a Freud no lo debemos leer como si viviera aquí entre nosotros, sino en su entorno social, una sociedad represiva, que prohibía hablar de sexo, que lo proscribía de los círculos a pesar de que los individuos lo ejercían.

    El ejemplo clásico de la interpretación de los sueños así lo constata. La reconstrucción de su propio sueño a partir de símbolos y palabras prohibidas, la líbido, que no es otra cosa que el impulso sexual, empuja en contra de un entorno prohibitivo, que por ejemplo marginaba la masturbación como una desviación en los niños.

    En torno a la religión, intento entender los parámetros en los que Freud ubicaría el impulso religioso, lo veo también como una concepción en un contexto histórico dado, aunque aún me muevo en impresiones.

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