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viernes, 19 de junio de 2009

El mercado es el templo a la inhumanidad y a la cosificación.

En hechos tan sencillos como el homicidio doloso de 46 niños en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, es demostrable como el funcionamiento que impone la rentabilidad, por encima de la vida humana es la fuente de actos éticamente reprobables cuya responsabilidad es el falso criterio de que el mercado es la mejor vía de funcionamiento de una sociedad.

Aún en un homicidio imprudencial, el no querer matar a alguien es atribuible a la irresponsabilidad y el descuido de los seres humanos. Pero la elección de una guardería con todas las condiciones básicas de seguridad y de funcionamiento; contra la elección de la adaptación de locales, no importando las condiciones básica de seguridad y funcionamiento sino el aprovechamiento del subsidio por parte del Estado, ésta última es una elección que se produce por la ideología, la ideología del mercado, la ideología del negocio y la ideología de la rentabilidad. Hoy sabemos que la subrrogación no fue ni siquiera una licitación sino el otorgamiento discresional a DETERMINADOS operadores.

Es en ese momento cuando dejan de existir personas y sin importar los seres humanos, los seres humanos son convertidos en cosas, como si los niños se pudiesen embodegar. La abstracción de los individuos y la conversión de esas vidas humanas en cosas, es propia de la palabra cosificación. Deja de haber relaciones entre humanos y todo se convierte en relación con cosas. Este es exáctamente el efecto que produce la comunidad ficticia llamada mercado, que convierte a los seres humanos en mercancias, cuya suerte no importa si esta acompañada de la rentabilidad.

Cuando el mercado se apodera de los seres humanos.

La alienación y la cosificación se producen, porque en el funcionamiento y en la dinámica social, el mercado separa a los productores unos de otros de manera independiente y sólo se ponen en contacto mediante el intercambio, lo que crea la ilusión de que el valor y la riqueza estan enlazados en los objetos, independientemente de las relaciones humanas y el trabajo humano que confiere a la riqueza sustancia. Son cosas, no personas, las que se intercambian y por lo tanto todo apareciera como si fuese una relación social entre las cosas mismas. No importan los seres humanos, no importan las necesidades humanas, lo que importa es que la riqueza llegue bajo la forma de rentabilidad.. Dejamos entonces de ser una comunidad viviente de humanos que satisfacen mediante el trabajo colectivo su necesidad y se transforma en un proceso de intercambio y oportunidad. Los seres humanos, aparentemente, no necesitan de los demás, sólo de sí mismos. Las personas que subrogan guarderías no están pensando en ayudar a los trabajadores, están pensando en el subsidio que hacer guarderías lleva consigo, están pensando en pillarse el dinero.

Las mercancias se apoderan de las voluntades humanas, la necesidad de la mercancia transforma a la voluntad humana en su propia necesidad y utiliza al ser humano como el intermedio que requiere para el intercambio. Al desplazarse el ser humano, como el centro vital de toda producción y de todo consumo, las mercancias se convierten en la fuente de una riqueza social que al parecer deambula sola. Lo es para tratar las vidas humanas como trabajo, lo cuál en esta vida actual se llama mercancias. Todos vivimos de vender nuestro pellejo, porque los medios se apropian de una forma privada. Por ello, cuando se trata de concesionar guarderías jamás se les ve como un servicio público a la sociedad, se les ve como un negocio, estos negocios son además distribuidos discresionalmente por el poder.

Las guarderías dejaron de ser negociaciones entre patrones y sindicatos se convirtieron en concesiones de políticos ladrones.

Sin la división del trabajo, sin la extensión de los intercambios por medio de las redes humanas, ni el intercambio, el mercado no subsistiría en lo más mínimo. Tampoco el ser en lo individual podría hacerlo, ya que el individuo es posible porque el ser humano creó una división del trabajo colectiva que permite a los individuos sustentarse como tales. El individuo vive en un trabajo independiente vive dentro de la extensa red del trabajo y subsiste gracias a que el trabajo se articula como un inmenso mecanismo social que funciona como una totalidad, como un mecanismo colectivo.

Pero este mismo mecanismo social, le devuelve al individuo una ilusión, la ilusión de que él se basta a sí mismo y no necesita a los demás. Al empodararse la mercancía y desplazar el principio básico del trabajo humano como estrategia de vida y subsistencia, las cosas se apoderan de las personas, pues el poderío consiste, no en trabajar, sino de hacerse de medios de trabajo, sin que los trabajadores importen, sin que las personas importen, lo que importa es "ganar", lo que importa es la renta, lo que importa es apropiarse de riqueza. Lo que no importan son los demás, los seres humanos son cosas o medios sobre los cuáles podemos apropiarnos de riqueza. Esta es la visión que tuvo el PAN al subrogar las guarderías y esta es la visión de los priístas de Sonora a los que se las concesionaron.

Este actuar es inhumano porque si son cosas, es la ganancia y no las personas lo importante, se tiende un velo hacia el soporte material de ese funcionamiento, el mecanismo humano que hace posible todo eso, la división social del trabajo, las relaciones humanas, las relaciones sociales. El ser humano se vuelve algo extraño a lo que "importa" realmente, la apropiación de la riqueza. A este extrañamiento contra el hombre mismo por parte del comportamiento inconsciente humano, es a lo que la filosofía dialéctica y de ella las demás filosofías existenciales y cartesianas han denominado cosificación.

Someter a nuestros niños a riesgosos negociantes es el crimer del panismo y el priísmo neoliberal.

En algunos diálogos del tratamiento por las autoridades de la masacre de Hermosillo, pareciera que los seres humanos no existen. Los panistas están preocupados pero no los seres humanos muertos, sino como puede afectarles el resultado electoral, luego que la realidad misma desnudó totalmente su responsabilidad en la subrogación de las guarderías. Dicen "No politicen" porque temen bajar su rentabilidad política en las siguientes elecciones, de los niños muertos, ni una sola palabra. Esto, lo mismo que los beneficiarios de embodegar niños, son un asco.

A días de la tragedia ¿dónde estan los responsables? Ninguna consignación, los principales responsables no caerán porque el poder los sostiene. Ni los autores materiales, dueños de las guarderías changarro, priístas muchos de ellos en el estado de Sonora, ni aquellos que se las asignaron en Paseo de la Reforma en el DF, panistas del gobierno federal y menos, quienes dijeron alguna vez que abaratando los costos, podían extender el servicio y ahorrarse el presupuesto Y QUE DESPACHARON Y SIGUEN HACIENDOLO SUS SUCESORES EN LOS PINOS.. Panistas y priístas que han mantenido 27 años el NEOLIBERALISMO. Todos ellos, y quienes se atrevan a defenderlos, AGREGO, son responsables. Pasaré posteriormente a explicar como estas situaciones generan consciencia y como la alienación y la cosificación son lo contrario a la consciencia.

Sartre ronda de nuevo el Blog

Karl Marx, uno de los autores del problema de la cosificación.

4 comentarios:

  1. Buen artículo, ¿es original, GBN?

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  2. Desde luego, va respondiendo las reflexiones basado en lo que he leído.

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  3. La diferencia fundamental es que una servidora no culpa al mercado de la "cosificación": culpa al sistema actual de cosas, y en ese sistema el mercado es sólo un componente.
    Me dejaré de excusas y haré la tarea :-).

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  4. La alineación desde el punto de vista de la izquierda, veamos que tanto se ajusta el discurso, pero antes me permitiré presentar un contraste al respecto. Gracias.

    Alineación Económica: Se da en el proceso de trabajo del sistema capitalista. La alienación económica es la raíz de las demás alineaciones. El trabajo es la actividad creadora del hombre, es la esencia y naturaleza humana. El hombre, al trabajar, se proyecta sobre los productos de su trabajo: pone en cada producto algo de su ser. El hombre, fundamentalmente, no es conocimiento, sino trabajo productivo, trabajo creador. El hombre trabajador se crea a sí mismo, se hace, se desarrolla, se potencia a sí mismo transformando la naturaleza, desarrolla su personalidad dominando la naturaleza mediante el trabajo. A través de este trabajo el ser humano se exterioriza en el producto de su trabajo. Si esta separación no se suprime, no se reconcilia después, si no hay reencuentro, el trabajador queda alienado, porque el producto del trabajo es él mismo, el mismo hombre trabajador convertido en producto de trabajo, convertido en una mercancía que se vende en el mercado. El fin es que los productos que el hombre hace mediante su trabajo sirvan para la producción de la vida, sirvan para que se pueda vivir (comer, vestir, vivienda, sanidad, educación, etc.). No ha habido encuentro: el hombre va por un lado y los productos van por otro distinto. No le han servido para la producción social de la vida, se han quedado en manos de unos pocos: los propietarios de los medios de producción. Entonces es cuando se produce la alienación: el hombre se vacía de sí mismo y en lugar de atribuirse a sí mismo la realidad de sus productos, los considera como algo ajeno, distinto de él. El trabajador está alienado porque atribuye a un ser distinto de él, un conjunto de cualidades que son su propia personalidad. La alineación se produce a dos niveles: En la relación del trabajador con el producto de su trabajo. Al considerar los productos de su trabajo como una cosa distinta de él, se produce un distanciamiento de sí mismo. En el acto mismo del trabajo. El trabajador vende su fuerza de trabajo a otro ser distinto de él, que utiliza esa fuerza para fines lucrativos. Como el ser humano se crea a sí mismo mediante la actividad productiva, al tener que vender a otro su propia actividad, lo que hace es venderle su propia personalidad para que haga lo que quiera (se convierte así en instrumento de otro hombre). Las alineaciones desaparecerán cuando desaparezcan las clases sociales, cuando el hombre se reconcilie consigo mismo en una sociedad comunista.Lo que hace que el empresario sea cada vez más rico y el obrero más pobre es el concepto de plusvalía: el obrero produce un excedente que va a parar al empresario, no al obrero. El obrero recibe sólo una parte del capital que le corresponde. Esta injusticia se salvaría socializando los medios de producción.

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